HISTORIA

Los salesianos nacemos oficialmente en 1859, pero el sueño se fue gestando desde mucho antes.
Desde el principio de su obra Don Bosco comprendió que el trabajo tenía que ser compartido, como ya lo había intuido en muchos de sus sueños. Fue así que involucró a personas de toda clase y condición para que colaboraran de distintas maneras. Pero pronto comprendió que la mejor ayuda venía de los mismos jóvenes que sentían el llamado a “quedarse con Don Bosco”, y a ayudarlo en esa tarea.

El sueño fue tomando forma, y así el 18 de diciembre de 1859, en Valdocco (Turín), nace la Sociedad de San Francisco de Sales. Claramente fue un inicio muy humilde, que fue pasando por distintas etapas. En 1863 se fundaría la primera comunidad fuera de Turín, en Mirabello, y en 1875 la primera fuera de Italia, en Niza (Francia). Las Constituciones fueron definitivamente aprobadas por la Iglesia en 1874.

En 1875 comenzaría una etapa importante en la historia de la Congregación, con el inicio de las misiones. El primer destino sería la República Argentina. Así, el 13 de diciembre de 1875 pasó por Montevideo la primera expedición misionera salesiana, rumbo a Buenos Aires, capitaneados por el padre Juan Cagliero. Según él mismo contaba, quedó encantado con la belleza de la bahía montevideana, y luego con el Uruguay y su gente. Pretendió entrevistarse con el Vicario Apostólico del país, el Venerable Jacinto Vera, pero no pudo hacerlo, pues el obispo estaba, cuándo no, recorriendo la campaña, animando en la fe a los más humildes, administrando los sacramentos en un país donde los sacerdotes eran escasísimos.

El Padre Cagliero, ya desde ese momento, comprendió que el carisma salesiano debía instalarse también en el Uruguay. Escribía ese día uno de los salesianos que lo acompañaba a Buenos Aires: “Dios quiera corresponda a los salesianos la felicidad de abrir un colegio en Montevideo....”
 

 

 

¿Acaso no era muy arriesgado, muy soñador, pensar en nuevas fundaciones cuando todavía no se había juzgado el resultado de la primera; aún más, cuando todavía la Congregación estaba desarrollándose? Probablemente sí; pero si algo había asimilado este hijo predilecto de Don Bosco era la capacidad de soñar y de lanzarse a la misión, confiando en Dios y la Auxiliadora.

Y el padre Cagliero no esperó mucho para concretar este sueño: 25 días después de este episodio, comienza un fluido tráfico de correspondencia: Montevideo-Buenos Aires y Buenos Aires-Turín. Hasta que el 24 de Mayo de 1876, Juan Cagliero escribe una carta que seguramente sorprendió a Don Bosco: “Le escribo desde la capital de la República Oriental del Uruguay para decirle que prepare personal para el nuevo colegio de Villa Colón”.

Cagliero se disculpa por la decisión tomada tan rápidamente, pero las necesidades, dice, son argumentos que no dejan esperar. Y Don Bosco confía en él. Y confía también en el elegido para “capitanear” esta segunda expedición misionera; un joven sacerdote de tan solo 26 años, inteligente, emprendedor pero, sobre todo, con mucha fe: Luis Lasagna. Sin conocer esta singular figura, será imposible comprender las particularidades de la implantación e inculturación del carisma salesiano en Uruguay. Ya en Uruguay, escribirá más tarde: “La mano amorosa de la Divina Providencia, que nos trajo sanos y salvos a través de las olas del océano, nos colocó finalmente en el campo de nuestras fatigas, de nuestras más bellas esperanzas... ¡Ah, sea mil veces bendito el día feliz de nuestra llegada, 26 de diciembre de 1876!".

Instalados en Villa Colón, los misioneros comienzan, en medio de dificultades enormes, la labor en el colegio Pío, que comenzará a funcionar ya el 2 de febrero de 1877. En el mismo año llegarán las Hijas de María Auxiliadora, y así Villa Colón será la tierra desde donde el carisma se expandirá no solo en el Uruguay, sino también hacia Brasil, Paraguay y otras tierras de nuestro continente.